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PARA QUE LES SIRVA DE TESTIMONIO

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Hay frases en los relatos evangélicos que pasan desapercibidas, pero que son muy sugerentes si se pone la mirada en ellas.

Una de esas es la que escuchamos en este relato de la curación de un leproso. Después de curarlo, dice Jesús al leproso que vaya a los sacerdotes y que presente la prueba de su curación con la ofrenda prescrita “para que les sirva de testimonio”. La expresión podría traducirse: “para que sea una prueba contra ellos”. ¿Por qué contra los sacerdotes?

En aquella época teocrática, los sacerdotes hacían las leyes. Y habían hecho una ley sobre los leprosos muy clara: éstos, fuera de la ciudad, excluidos (Lev 13,1-2.44-46), de no ser que curaran (en aquel tiempo toda enfermedad de la piel era considerada lepra; no se había descubierto el bacilo de Hansen). Jesús está en contra de esa ley: el enfermo debía estar dentro y cuidado.

Y ¿por qué piensa Jesús así? Porque para él es primordial ser misericordioso, ya que Dios es misericordioso con todos. Si se abandona la misericordia, se abandona el evangelio y se abandona al mismo Dios.

Pues bien, resulta que hace unas semanas, el Papa Francisco publicó un breve documento titulado “Fiducia supplicans, sobre el sentido pastoral de las bendiciones”. En él, dentro de la gama de bendiciones que se dan en la Iglesia, incluye la posibilidad de bendecir parejas homosexuales. Aunque el texto dice, por activa y por pasiva, que eso nada tiene que ver con el matrimonio, sino que es solamente una bendición, el documento ha levantado un revuelo en muchos cristianos, incluidos obispos y cardenales.

No pasaría de ser una mera anécdota eclesiástica si no tuviese la cosa más calado. Porque no se trata de bendecir o no parejas del mismo sexo (cuando bendecimos con facilidad animales, alimentos, bares, bancos, coches, etc.). De lo que se trata es de la misericordia. Eso es lo que está en juego: el respeto, la acogida, la compasión.

Cabe preguntarnos: ¿hasta qué punto corresponde que haya que considerar la vida sexual de una persona para decidir si se le da o no la bendición de Dios? ¿Acaso cuando se pide la bendición de una escuela se indaga sobre si la educación que allí se brinda es acorde con la doctrina de la Iglesia? ¿O cuando se bendice un banco se están aprobando todas las actividades que allí se realizan? Las respuestas a estas preguntas y otras similares debemos buscarlas en la contemplación de Jesucristo, que es el rostro de la misericordia del Padre, y que desea que cada persona encuentre en la Iglesia una casa de misericordia”.

Hoy es el día del hambre: hay que seguir luchando contra esa plaga que aflige aún a la humanidad porque vencerla es algo que está en nuestras manos. Y hay que seguir luchando contra el bajo nivel de misericordia que marca nuestra vida. En ambas cosas podemos influir si nos dejamos llevar por el evangelio. Ese es el verdadero “efecto ser humano” que puede cambiar el rumbo del planeta. Creámoslo así.

 

Fidel Aizpurúa Donazar

11 de febrero de 2024

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