El pasaje del buen pastor ha sido muy apreciado en la comunidad cristiana desde la antigüedad. Viviendo en sociedades agrarias, la figura del pastor y su rebaño era algo directamente elocuente. Pero sería bueno captar la novedad del evangelio.

A nada que se reflexione, hay que concluir que el mayor enemigo del rebaño es el pastor. El lobo mata algunas, el ladrón roba las que puede, pero el pastor explota y mata a todas en su “explotación ganadera”. Todos lo entendemos: el pastor vive de las ovejas. Es su negocio.

Jesús dice que es un pastor que entrega la vida por las ovejas: no las explota, no se lucra de ellas, no las mata. Por el contrario: es él quien da la vida por las ovejas, las cuida, las acompaña, las llora. Un pastor extraño, “loco de amor”, decían los místicos medievales. Jesús hace locuras de amor por nosotros. No es solo un “buen” pastor; es, además, un extraño pastor, un pastor “loco”.

¿Cómo podríamos nosotros, como seguidores suyos, dar la vida? No tanto en modos extremos cuanto en maneras cotidianas. Por ejemplo:

· Practicar la moderación social: el ambiente crispado del que muchas veces nos quejamos lo hacemos también nosotros. Demos vida en nuestro entorno siendo moderados en nuestras palabras y opiniones, sembrando sosiego y no crispación.

· Practicar la disponibilidad: estar dispuestos a echar una mano, a ayudar en algo a quien lo necesita. No quedarse solamente en palabras, en opiniones. Implicarse un poco.

· Practicar la bondad: no hacer el mal, ya es hacer el bien. Pero, además, ser bondadosos, amables, respetuosos, educados. Valores básicos e imprescindibles para la convivencia diaria.

Al filo del evangelio de este domingo, quizá haya llegado la hora de cambiar de vocabulario: ni Jesús es nuestro pastor, ni nosotros somos un rebaño. Jesús es nuestro hermano, nuestra referencia, nuestro acompañante y nuestro sostén. Nosotros somos pueblo de Dios, comunidad de creyentes, familia de fe. Aunque el Papa Francisco dijera que los sacerdotes debían oler a oveja, hay que oler a fraternidad, a compañerismo, a igualdad. Vayamos cambiando las palabras para cambiar el contenido.

Elegir un estilo de vida que se va dando a los demás es una elección acertada, una elección de Pascua, una elección de vida. Celebrar la Pascua de manera cerrada, egoísta, centrada únicamente en mis intereses sería un error. Cuanto más nos entregamos, tanto más entendemos y vivimos la Pascua.

Fidel Aizpurúa Donazar

(21 de abril 2024)