PARA LA VIDA DEL MUNDO
Fidel AizpurúaHay frases en el evangelio de san Juan que, leídas con un poco de detenimiento, dan mucho juego.
Este evangelio está siempre dándole vueltas a los “avales” que Jesús tiene para presentarse como VIDA PARA EL MUNDO. ¿Cuáles son sus avales? ¿Quién le respalda? Son: el Padre, la Escritura, el Bautista y, sobre todo, las “obras” a favor de la persona. Por eso dice que lo suyo es dar vida al mundo. Si no diera vida, los otros avales no servirían para mucho.
O sea: Jesús es lo que es (Mesías, Salvador, Vida, etc.) por su entrega a los demás, por tratar de aportar algo de humanidad al camino humano, por bucear con amor en las profundidades de lo humano. No es lo que es por ser Dios, sino por ser profundamente humano. “Como nosotros en todo” y para nosotros en todo. Esos serán sus avales verdaderos. Él mismo dirá en otra página del evangelio: si no creéis que Dios me avala, al menos, creed a mis obras (Jn 10,38).
¿Cuáles son los avales de nuestra vida cristiana, sus apoyos verdaderos, su valores de verdad?
· Para muchas personas su aval son sus prácticas religiosas. Esa es su fe. Con ser valiosas, se muestra a veces que contradicen el evangelio. Personas muy religiosas han cometido, a veces, auténticas tropelías.
· Para otras personas su aval es su fidelidad escrupulosa a las normas del Iglesia. Que con ser un valor, deja ser un aval evangélico cuando se defienden con fanatismo y se excluye a quien no las cumpla.
· Pero si tu aval es la compasión, la respuesta solidaria con el caído del camino, la siembra de humanidad en las relaciones, los trabajos reales por la paz, el respeto a las criaturas, etc., estos avales son las “obras” dan vida al mundo.
Cuentan que Gandhi llegó a decir “me gusta Cristo, pero no me gustan los cristianos”. Quizá tenía algo de razón. En su autobiografía dice que un domingo por la mañana Gandhi fue a una iglesia cristiana que estaba cerca, tenía el propósito de hablar con el pastor al terminar el culto para hacerse cristiano. Cuando entró en el templo la comisión de recepción se negó a proporcionarle un asiento, y le sugirió que fuera a una iglesia de “negros”. Esa era una fe sin avales porque era una fe que no creía en la dignidad de cualquier persona.
El verano es buen tiempo para cultivar el principal aval de nuestra fe: el aprecio, respeto y amor al otro. Practícalo con tu familia, en tu pueblo, en el vecindario. Sin el aval de la bondad humana, la fe se tambalea. Por eso el evangelio da tanta importancia a las “obras”. Entendámoslo.
Fidel Aizpurúa Donazar
(11 de agosto de 2024)