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ÉL HACE PROEZAS CON SU BRAZO

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Nuestros evangelios no narran la asunción de María a los cielos. Son los llamados “evangelios apócrifos” (como el Transitus Mariae del siglo III) que cuentan auténticas novelas un tanto calenturientas. Cuando san Lucas quiere recordar la figura de María compone un himno (el llamado Magníficat) y lo pone en su boca.

Viene a decir que Dios quiere hacer un gigantesco nuevo ordenamiento de la sociedad. Ésta, hasta hoy, divide a las gentes entre pobres y ricos. Pero esto, viene a decir el canto, no será siempre así. Llegará un día de fraternidad igualitaria, de economía de la solidaridad, de disfrute para todos.

Pero para que esto se dé hace falta una revolución (¡qué mal nos suena la palabra!): los ricos han de ser forzados a abandonar su posición de privilegio y los pobres han de salir de su condición precaria.

Esto no va a venir por arte de magia: María es el brazo por el que Dios comienza a hacer este vuelco social. Nosotros, seguidores de Jesús tendríamos que aceptar este desafío.

Si María en persona se pusiera en nuestras asambleas a gritar esta cantinela la haríamos callar. “No nos amargues las fiestas del pueblo, le diríamos, no mezcles la política con la religión”.

Y, sin embargo, la voz del Magníficat no hay quien la apague. Hoy nos sigue diciendo:

· Es inaceptable que haya quien cobra sueldos enormes y otros, aun trabajando, no llegan a final de mes.

· Es injusto que por nacer en un determinado lugar del globo terráqueo creas que tienes más derechos que los nacidos en otros sitios.

· Es inaceptable que despilfarres, que malgastes, que tires comida, agua o bienes necesarios para la vida.

· Es injusto que tú, siendo cristiano o cristiana, pienses y digas que las cosas son así y no hay quién las cambie.

No podemos leer estos textos del evangelio y seguir igual. Para eso, sería mejor no leerlos. ¿Aceptaríamos que hoy, fiesta de Asunción, dijéramos en la eucaristía: “no vamos a leer el evangelio porque no creemos en él”?

Pensemos esto; necesitamos pensarlo, darle vueltas en el corazón. No es para amargar la vida a nadie, sino para dar verdad a lo que celebramos. Que santa Maria sostenga nuestro deseo de justicia y nos anime a ser sensibles y a colaborar en la causas de esa justicia. Amén.

 

Fidel Aizpurúa Donazar

15 de agosto de 2024

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