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SED MISERICORDIOSOS

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El evangelio es insistente. Sabe de nuestro modo de ser olvidadizo y por ello remacha continuamente los valores más básicos y necesarios para seguir a Jesús, para poder llamarse uno cristiano.

De entre el torrente de sugerencias que nos ofrece el evangelio de hoy tomamos una: SED MISERICORDIOSOS. Y da como argumento principal: así es Dios.

Para muchos, la misericordia es un desvalor, algo propio de débiles. Están muy equivocados: hay que ser muy fuerte para ser misericordioso, hay que ser muy humano. La humanidad sin misericordia sería una jungla. Las relaciones sin misericordia habrían helado hace tiempo nuestro corazón.

Pero todos lo sabemos: la misericordia es costosa. A veces decimos ante los agravios: lo que busco es justicia, no caridad. Creemos que la justicia excluye a la misericordia. Pero el gran éxito de las relaciones humanas es ser justos y misericordiosos a la vez.  Por eso podemos decir que la misericordia, entiéndase como se entienda, hace parte del cimiento de lo humano. Lo dicho: sin misericordia no hay humanidad.

¿Cómo seguir insistiendo hoy en una vida misericordiosa para poder llamarnos y ser humanos, para poder ser seguidores de Jesús?

· Sé permeable: déjate afectar por las situaciones de los demás. No seas roca dura sobre la que resbala el agua, sino tierra y casa donde caben también las situaciones de los otros.

· Dulcifica tu mirada: no seas duro cuando miras al que lo pasa mal. Mírale a los ojos y descubre en ellos la mirada del mismo Jesús. Mírale como quisieras que te miraran a ti.

· Haz caso a tu corazón: porque todos tenemos un corazón bueno en el fondo. Hazle caso a su lado más misericordioso, más humano. Controla tus reacciones duras.

Hemos de hacer un esfuerzo por mantenernos en línea de misericordia. Todos sabemos que Jesús de Nazaret nos exhorta a amar no solo a aquellos con los que nos entendemos bien; nos llama a ser misericordiosos con todos como nuestro Dios es misericordioso, a perdonar a los demás como Dios nos perdona a nosotros. Jesús se desvivió por acoger a quienes su sociedad consideraba parias. No podemos llamarnos cristianos si vamos en otra dirección.

Habría de animarnos saber que hay personas misericordiosas que en el silencio han sido y son ejemplo de misericordia. Como el jesuita riojano José Mª Heredero: toda su vida dedicada a los dalits, la casta más baja de la India, los olvidados. O el obispo brasileño Erwin Kräutler: toda la vida dedicada a los derechos de los indígenas sufriendo atentados y disgustos pero sin que haya disminuido su determinación y su dedicación a la causa. Personas misericordiosas que nos animan a la misericordia para que se mantenga con vida el alma del mundo.

 

Fidel Aizpurúa Donazar

23 de febrero de 2025

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