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DUELO DE TITANES

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"No podía seguir otro camino, no sólo por la libertad, que siempre me fue querida, sino por la verdad, que está aún por encima de la libertad. Si lo hubiera hecho, así lo veo hoy, habría vendido mi alma por el poder de la Iglesia".

Así se expresa el teólogo suizo Hans Küng en el segundo volumen de sus Memorias titulado Verdad controvertida. Es, sin duda, el mejor resumen de su largo itinerario intelectual en lucha de titanes contra el poder absoluto de la Iglesia católica, o mejor, de su cúpula, el Vaticano, y contra el peligro del actual pontificado de convertir a la Iglesia católica en una secta.

No hay lucha más noble que la denuncia del absolutismo y del sectarismo de las instituciones, sean religiosas, políticas o económicas.

El teólogo suizo es, sin duda, uno de los intelectuales más respetados tanto en el mundo occidental como en el oriental por los puentes de diálogo que ha tendido entre ambos mundos y uno de los teólogos cristianos más reconocidos internacionalmente por la repercusión de su pensamiento.

Difícilmente se encontrará en el panorama de la teología cristiana del siglo XX y principios del XXI una obra tan extensa, sistemática, sólidamente fundada y creativa como la suya, que suma más de cincuenta títulos, con numerosas ediciones y traducciones a los principales idiomas.

Es una teología hermenéutica, crítica, interrogativa, que reformula la identidad cristiana en el horizonte de los nuevos climas culturales, desmitifica la autoridad eclesiástica docente, intenta liberar a la Iglesia católica de violencias e infidelidades antiguas y modernas de la teología y de la administración romana y es sensible a los problemas e inquietudes de los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

Nada que ver con la definición que diera del teólogo con sentido del humor británico el gran ecumenista William Temple, arzobispo de Canterbury: "una persona muy sensata y sesuda que intenta dar respuestas exactísimas y precisas a preguntas que nadie se plantea".

Küng es, desde hace más de medio siglo la conciencia crítica quizás más lúcida de la Iglesia católica, del fundamentalismo instalado en la cúpula del Vaticano.

Fundamentalismo que se traduce en el dogma de la infalibilidad, objeto de cuestionamiento por parte de Küng en su polémico libro "¿Infalible? Una pregunta", en el que, a la luz de la filosofía del lenguaje, defiende la necesidad de que los dogmas se atengan a las leyes por las que se rigen todo tipo de proposiciones, ya que participan del carácter problemático de cualquier otra proposición.

Defendía no una Iglesia que sea infalible –que ni lo ha sido, ni puede serlo, como demuestra la historia-, sino que dé testimonio de la verdad, ¡con hechos y palabras!

Tras la publicación del libro, Roma inició un largo proceso contra Hans Küng que terminó en 1979 con la retirada de la licencia eclesiástica para enseñar como teólogo católico. Era el comienzo de una nueva etapa en su trayectoria intelectual y en su reflexión teológica: la apertura al "gran ecumenismo" a través de la propuesta del diálogo entre las religiones y de una ética mundial.

El teólogo suizo ha sido pionero, primero, del ecumenismo y, después, del diálogo interreligioso. Su tesis doctoral sobre la justificación según Karl Barth, defendida en 1957, marcó un hito, en la teología ecuménica. El propio Barth reconoció que el joven Küng había expuesto con objetividad su pensamiento y lo había interpretado correctamente. Küng iba en busca de las convergencias, pero hablando como católico y con el deseo de volverse más católico ante el espejo del Evangelio, y deseando que los hermanos evangélicos se hagan más evangélicos.

Innovadora resulta su propuesta sobre el diálogo y la paz entre las religiones y la construcción de una ética mundial en tiempos de globalización. Las religiones pueden contribuir a evitar el choque de civilizaciones que algunos politólogos anuncian para el siglo XXI. Para ello es necesario que pongan en práctica una serie de iniciativas que el teólogo formula así:

"1. No habrá paz entre naciones sin paz entre las religiones.
2. No habrá paz entre las religiones sin diálogo de las religiones.
3. No habrá diálogo de las religiones sin estándares éticos globales.
4. No habrá en nuestro Globo supervivencia en paz y justicia sin un nuevo paradigma de relaciones internacionales basadas en estándares éticos globales".

Küng ha llevado a cabo la lucha de titanes con el Vaticano de manera elegante, como demuestra las respetuosas, e incluso elogiosas, referencias a Joseph Ratzinger, colega suyo en el concilio Vaticano II y en la universidad de Tubinga, que fue escalando puestos de responsabilidad en la Iglesia católica, primero como arzobispo de Munich, después como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y hoy como papa.

En el prólogo a su libro La Iglesia, de 1967, Küng agradecía a su colega la valiosa ayuda que le había prestado. En la última de las siete lecciones dictadas en el semestre de invierno de 1995-1996 en la Universidad de Tubinga, Küng volvía a referirse a Ratzinger en estos elegantes y respetuosos términos:

"Quisiera en este momento confiar -y lo digo sin el menor asomo de ironía- en que mi compañero en edad y en gran parte del camino, Joseph Ratzinger, que escogió otro camino y que también será nombrado profesor emérito este año, al mirar hacia atrás y a pesar de lo sufrido, esté tan contento y feliz como yo".

 

Juan José Tamayo

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