PESCADORES DE SUEÑOS
Vicente MartínezCuando hubo recogido todos los juguetes suspiró hondamente, miró a la luna, le guiñó un ojo y escribió en su bitácora de marinero en tierra: “hoy soy feliz” (Karen Blixen)
21 de febrero, II domingo de Cuaresma. La Transfiguración.
Lc 9, 28b-36
Y se escuchó una voz que decía desde la nube: Este es mi hijo elegido: Escuchadle.
Al sonar la voz, se encontraba Jesús solo.
En la ópera La Cenicienta, de Gioacchino Rossini (1792-1868), desaparece todo lo sobrenatural-el hada y el preceptor del príncipe- y sin ellos, la historia pierde todos los aires de cuento infantil.
“Se encontraba Jesús solo” nos dice Lucas, después de escuchar una voz salida de las nubes. Lejos de la pintura de Rafael de Sanzio, Giovanni Bellini o William Hole, acompañado de Moisés y Elías, Jesús levanta su propia tienda en la cima de la montaña e iza su personal bandera sobre el ástil terrenal, sin vientos celestiales que la agiten. No pensaba en “glorias in excelsis Deo” ni “Aleluyas”, sino quizás con Don Magnífico, padrastro de la Cenicienta, que “La mitad de mi palacio está arruinado y la otra en agonía”. Quizás también pensaba quelo humano y lo divino se entrecruzan y lo humano absorbe lo divino, y que sólo en formato humano puede restaurarse.
El disco duro interno de nuestros ordenadores personales han perdido la memoria en divinas florituras y están en agonía, como el palacio del barón de Montefiascone. Necesitamos resetear el Cristianismo volviendo a las condiciones iniciales del Sistema, que Jesús nos legó grabado en Evangelio. Un formateo del yo íntimo que nos transfigure e ilumine y, al contrario de lo que los discípulos que le acompañaban hicieron, decir a todos lo que vimos.
Y decirlo no tanto con palabras cuanto bajando al valle arremangados para manifestarlo con los hechos. En la escena final -Palacio de Ramiro- los caballeros del príncipe dan la bienvenida a los prometidos. La Cenicienta, convertida ya en princesa, indica a su padrastro don Magnífico y a sus hermanastras Clorinda y Tisbe que pueden quedarse a vivir con ellos en palacio.
Quizás entonces, igualmente a nosotros nos sucederá lo que Viktor Frankl cuenta le ocurrió a él tras su liberación en Auschwitz: “En primer lugar se soltaba la lengua, y varios días después estallaba algo que se escondía en el fondo de nosotros mismos”.Será una excelente manera de polinizar con éxito la bella flor de nuestra existencia y preñarla de significado.
De esta manera Angelina y Viktor, como la escritora danesa Karen Blixen (1885-1962) en su cuento El pescador de sueños, como Jesús, pudieron decir estas palabras: “Cuando hubo recogido todos los juguetes suspiró hondamente, miró a la luna, le guiñó un ojo y escribió en su bitácora de marinero en tierra: “hoy soy feliz”.
Y, como en alguna ocasión ha sugerido el Papa, ser feliz es dejar vivir a la criatura libre, alegre y simple, que vive dentro de cada uno de nosotros. “No se necesitan príncipes, sino una comunidad de testigos del Señor”, acaba de sugerir estos días a los mandamases en la catedral metropolitana de Méjico.
EL DELFÍN
¿En qué sueñas, Delfín, cuando en tu salto
pretendes desde el mar llegar al cielo?
¿Ignoras que con tan juguetón vuelo
jamás alcanzarás lugar tan alto?
No pretendo frustrar tu ardiente celo
ni enmudar los silbidos de contralto
que despiertan el alma con tu canto
y adormeces las aguas con tu anhelo.
Son mis sueños nadar en las honduras
y descubrir tesoros terrenales
que a la vida dan fe con sus figuras.
Quiero bordar la mía en hilaturas
de divinas querencias materiales…
¡¡No me quiero perder en las alturas!!
(NATURALIA. Los sueños de las criaturas)
Vicente Martínez