MIRADAS DESDE EL SILENCIO
Mari Paz López SantosViernes Santo – 2018
En la noche de Getsemaní las miradas se convirtieron en el lenguaje del silencio hasta coronar el Calvario.
Mirada opaca de Judas y su beso con hedor a traición.
Mirada violenta y espada en alto… ¡así no, Pedro, así no!
Miradas interesadas y susurros sibilinos de los guardianes de lo “religiosamente correcto” caiga quien caiga… ¡qué más da! ¿verdad… Anás, Caifás…?
Tu transparente mirada provoca, afrenta… primera bofetada. ¡Qué engreído el guardia… se sintió con poder, el que envenena!
Y las tres miradas incisivas, detectivescas: ¿No eres tú de los suyos? ¿Te he visto con ese hombre?.. insistían los impertinentes que te reconocieron. ¡Ay… Pedro! Tú que querías andar por encima del agua, ahora hubieras querido que te tragara la tierra.
Tus evasivas miradas teñidas por el miedo, te dejaron en la intemperie existencial de quien reniega de quien más ama. El sonido del gallo –despertador sin pilas- anunciando el alba de un nuevo día, te encontró sumido en la negra noche de los tiempos de la que solo no pudiste salir.
Hartazgo en la mirada del representante del poder político. ¡Pobre Pilatos…! ¡no los aguanto, quiero otro destino, por favor! Mirada excéptica, la única que te puedes permitir: “¿Y qué es la verdad?” La que Jesús te ofrece pero no puedes aceptar, tienes el corazón tan seco que sólo te permite actuar como un autómata. Con benevolente mirada te vuelves al pueblo desde el poder: ¡Venga os lo regalo!... ¿Elegís a éste, que no parece que tenga culpa de nada o al maleante ese que andáis vitoreando? Y la mirada ciega del pueblo manipulado elige lo que le eligen creyendo que fue libre para elegir. Así seguimos.
COMIENZA EL ASCENSO…
Cargado con una condena opaca, en la que todos son activos participantes y cobardes esquivando responsabilidades; con la cruz, instrumento de tu tortura y muerte, inicias en soledad el ascenso hacia el Calvario. “Salió al sitio llamado de la Calavera” (que en hebreo se dice Gólgota)…”.
Sigues avanzando, en este Viernes Santo de 2018, como en todos los anteriores y como cada día de la vida del mundo. Caes ante el peso del infinito sufrimiento humano y te levantas para ayudar a los que siguen avanzando tras tus pasos.
Encuentras a tu Madre y cruzas una mirada de dolor por las que no se encontrarán con sus hijos que partieron para lograr una vida mejor y desaparecieron en las aguas del Mediterráneo, o en las tierras sin alma de los desiertos previos a los muros construidos o en construcción. Haces a tu Madre, madre de los niños y niñas que mueren junto a sus madres, padres y hermanos huyendo de guerras atroces, hambrunas escandalosas, violencias irresistibles de denominar… todos se unen a Ti, siguen avanzando. Te sigue una gran multitud, innumerable… invisible para los que miran para otro lado, que avanza sin perderte de vista.
Hay Cirineos en todos los siglos, que se implican en el avance. Vocaciones inesperadas, quizás también para ellos mismos; son las luces brillantes en medio de la tiniebla del mundo.
Teresa de Calcuta y sus hermanas con los moribundos de las calles de Calcuta y de tantos sitios del mundo; Mons. Romero de América, denunciando la injusticia que provoca la pobreza; Ellacuría y sus compañeros, en El Salvador; Samuel Ruiz y los millones de indígenas de Chiapas (México); Pedro Casaldáliga en el Mato Grosso en Brasil donde sigue como Cirineo de 90 años; los siete monjes cistercienses de Tibhirine (Argelia) que eligieron permanecer junto a sus vecinos musulmanes y eso hicieron hasta su secuestro y posterior muerte.
Hay Cirineos como Juan José Aguirre, misionero comboniano y obispo en la República Centroafricana, que permanece, en un fuego cruzado, en un país roto, ayudando a pacificar fuegos y socorrer a un pueblo que está extenuado… y avanza con ellos hacía el Calvario de todos los días. Avanzan, se unen miles de cruces… Te siguen.
Y aquí, un poco más debajo de Gibraltar, Santiago Agrelo, franciscano, obispo de Tánger, la voz que grita en el desierto de las Redes Sociales, denunciando los asentamientos, las muertes, los injusticias que se cometen con los africanos que quieren cruzar a Europa. No se corta al decir “que sin los pobres el evangelio se queda sin destinatarios”.
Y el cirineo Francisco, Papa Francisco… te ayuda con la cruz dentro de la Casa, la Iglesia, invitando a dar pasos hacia las fronteras donde las cruces crecen como trébol en primavera
Y llegan muchos Cireneos y Verónicas, hoy mismo, desconocidos, invisibles que son requeridos para ayudar a otros a avanzar con sus cruces, que las hacen suyas. Son Cirineos que se acercan con nombre de siglas de ONG’s, que son tantas veces atacados, despreciados; luchan por los Derechos Humanos, por los derechos de los invisibles; se mueven avanzando con las corrientes migratorias de millones de personas huyendo de sus países, por la violencia, la desaparición de los recursos de sus tierras… Verónicas que con el whatsapp ayudan a localizar pateras para poder ser rescatadas; enjugan lágrimas, abrazan bebés ateridos… y todos siguen avanzando, aunque les quieran detener; se unen a los diariamente crucificados de este mundo y la marea sigue creciendo, como una gran mancha de aceite hacia la colina, escueta colina del Calvario.
Miras con infinita compasión a las mujeres que llorando te siguen: “No lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos”… millones de mujeres siguen llorando pero avanzando, porque pararse es perder y hay que llegar al final para volver a empezar.
Y cuando ya todo parece que va a acabar: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”, le dices a tu Madre; y al discípulo que tanto querías: “Ahí tienes a tu madre”.
Tomando aire para un último impulso: ¡Madre, estate cerca… que no olviden que todos son hermanos!... llegará la Pascua, y… nos vemos en Pentecostés.
Mari Paz López Santos